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sábado, 19 de diciembre de 2009

ESTRELLA DEL CIELO


Un gran prodigio apareció en el cielo –dice san Juan en el Apocalipsis-: la mujer vestida de sol, con la luna como pedestal, y coronada su cabeza con 12 estrellas. He ahí la más excelsa visión de la Madre de Dios que fueron capaces de concebir profetas y teólogos, poetas y pintores. La Virgen coronada de estrellas. Ave, maris Stella, dice el himno con que la ensalza la Iglesia: “Salve, Estrella del mar, Madre criadora de Dios, siempre Virgen, puerta del cielo”. Esa es la Virgen de la Estrella.

Desde que la humanidad levanta sus ojos al cielo, en él proyecta sus valores más perdurables, sus más indelebles recuerdos, sus más altos anhelos. A cada estrella le confiaron nuestros antepasados un dios o un héroe al que recordar por siempre; con estrellas amasaron constelaciones depositarias de su fe, de sus esperanzas y de sus amores. En las estrellas labraron su alma antes de conocer el cincel y antes de inventar la escritura. Lo más grande de nosotros mismos en las estrellas lo tenemos depositado. Por eso no podía faltar entre los nombres de mujer, el de Estrella, que en su forma más clásica es Estela.

María Santísima de la Estrella, conocida popularmente como la Virgen de la Estrella, es una advocación de la Virgen que tiene un gran arraigo no sólo en Triana y en Sevilla, sino que se extiende cada vez más por la provincia y por Andalucia y en la amplísima área de influencia de la Hermandad, conocida y apreciada tanto por el esplendor de sus ceremonias como por las obras asistenciales que atienden tan generosamente los hermanos.



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