Administrador: Jaime Galán Rueda jaimegalanrueda@yahoo.es

martes, 25 de mayo de 2010

UNA HISTORIA SOBRE RATONES...








Hoy en día se critica mucho a los costaleros que sacan varias cofradías, alegando que no se puede cumplir bien con todas ¿verdad?, bien pues hoy les traigo una historia que muchos ya conocerán para demostrarles que eso es falso.

Como costaleros nos ha tocado vivir en una época relativamente cómoda. Al increible aumento en la última década de la afición por el costal, se le ha unido el progreso. Costales de todos los tipos y tejidos habidos y por haber (yo los he visto hechos hasta con pantalones vaqueros…), fajas ortopédicas que refuerzan la zona lumbar, calzado especializado para los pies y un sinfín de cosas, hacen que hoy en día el trabajo debajo de los pasos sea mucho más cómodo y seguro.

Sin embargo esto hace muchos años era bien diferente, los costaleros eran escasos y los pocos que había no trabajaban con la misma comodidad que se hace hoy en día, ya que no existían ni los costales que hay ahora, ni las fajas ortopédicas, ni zapatillas de deporte ni nada, y sin embargo había costaleros que sacaban muchísimas cofradías casi sin descansar…

Corria el año 1945... era un lluvioso Domingo de Ramos, La Amargura se quedó sin salir. El capataz Rafael Franco le apuntó el jornal a su cuadrilla y los mandó a su casa.

Los citó el Lunes en la Vera Cruz, sacaron la Vera Cruz , el Martes sacaron La Candelaria y el Miércoles, Los Panaderos. Y cuando acababan de entrar el palio de la Virgen de Regla, Rafael citó a la cuadrilla para el día siguiente, a las 9 de la mañana de un Jueves Santo, en San Pedro. Uno de sus hombres, el costalero Manuel Torralbo, Triana pura, al escuchar esto se atrevió a decirle a su capataz:

—Rafael, ¿a las 9 de la mañana? ¿Es que vamos a barrer las calles?

No, no iban a barrer las calles, iban a sacar La Amargura, que como no había podido salir el Domingo, lo hacía el Jueves por la mañana, en aquella Semana Santa tan viva, tan poco reglamentada...

Pero sólo cuando, rotos y muertos de sueño, los peones ya estuvieron en San Pedro les dijo Franco que iban a sacar La Amargura. La pasearon por la mañana antigua de mantillas y la entraron a las 4 de la tarde. A esa hora Rafael les dijo:

—Pues ahora nos vamos a Montensión.
—¿Sin almorzar?
—Ya os darán allí un bocadillo.

Y sacaron Montensión. Y entraron el palio del Rosario a la 1 de la madrugada del Viernes. Y les dijo el capataz:

—Ea, ahora nos vamos para el Gran Poder, y cuidaíto con lo que se habla, que a nadie se le ocurra decir que ustedes eran los de esta mañana en La Amargura.

Y sacaron El Gran Poder. Y una vez dentro el palio de Mayor Dolor y Traspaso, se echaron a dormir por los portales, porque a las 4 tenían que sacar La Carretería, donde Rafael igualaba a sus Ratones de palio también en el misterio, para que saliera mejor por aquella puerta. Cuando entró La Carretería, la misma cuadrilla de Rafael Franco había sacado cuatro cofradías en menos de 40 horas. ¡Y sin relevos ni costaleros de refresco!

¿Cómo podía obrarse aquel milagro? Gracias a unos artistas así de chiquetitos que tenía Rafael Franco de peones: Los Ratones. La cuadrilla de palio de más baja estatura que nunca hubo. Así trabajaba con tanta gracia y casta. Cómo sería de bajita, que la última de palio de la cuadrilla de la Puerta Osario, y la última de Ariza, igualaban en esa primera de ensueño con Eduardo Vargas, a quien algunos proclaman verdadero creador de la voz de «Al Cielo con Ella».

Rafael Franco, con su terno negro y su señorío, se nos fue hace ya el tiempo que proclama un azulejo con su nombre en la esquina del Palquillo. El único capataz que durante cuatro Madrugás sacó al mismo tiempo el Gran Poder y la Macarena con sus Ratones, la mejor cuadrilla de palio que nunca hubo y que se nos fueron yendo, uno tras otro, de la corrida de la vida.

Y hoy día desde los martillos del cielo, aún se oye la voz de terno negro de su capataz Rafael Franco, que le sigue diciendo a sus ratones, como mandaba las levantás a pulso:

¡Que no se vea subir!

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