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miércoles, 12 de mayo de 2010

MI VIERNES SANTO EN LA COSTANILLA (V)



Una vez acabada mi estación de penitencia con mi hermandad de San Isidoro, aún dentro de la iglesia, con el costal ya bajo el brazo me dispuse a realizar mi particular ritual cada vez que saco una cofradía, pasar mi costal por el manto de la Virgen, plantarme ante Ella, rezarle y agradecerle el haberme dado la oportunidad de estar bajo sus trabajaderas y tener salud para poder hacerlo.

Acabado mi ritual y tras abrazar a compañeros y amigos, me fui a la casa de hermandad para refrescarme, comer algo, despedirme y poner rumbo a la cuesta del Rosario por donde el cortejo fúnebre de la cofradía de la Mortaja venia de vuelta.

El impresionante ambiente fúnebre y luctuoso que crea la cofradía, con algunos detalles como el muñidor que antecede a la cruz de enagüillas, los dieciocho ciriales (que según la tradición fueron el número de personas que asistieron al entierro de Cristo), la Escolanía de María Auxiliadora del colegio de los Salesianos de la Santísima Trinidad, que acompañaba cantando delante del paso, los acólitos, el trío de capilla y el preste tras el paso, hacen que esta cofradía sea realmente impresionante e impactante de ver por la calle, teniendo para mi gusto, una de las entradas más bonitas e impactantes de la Semana Santa de Sevilla.

Este paso es de los más antiguos que se conservan en la Semana Santa de Sevilla y representa el momento en que Jesús muerto en el regazo de su Madre, María Santísima de la Piedad, es amortajado por las Tres Marías, que portan el sudario, presenciando la escena San Juan y los Santos Varones José de Arimatea y Nicodemus.

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