MI VIERNES SANTO EN LA COSTANILLA (IV)

La ultimas chicotás hasta llegar a la parroquia se me hicieron realmente eternas, la caída de la calle sobre el costero derecho hizo que los kilos apretaran de lo lindo al llegar a la calle Luchana, y unido al esfuerzo de subir la cuesta del rosario del tirón, se tradujo en que en el momento de la entrada iba de kilos hasta la boca…

Pero sin duda disfrutando como los niños chicos, no hay cosa que más me guste que un paso dándome cera, y es que como siempre digo, los pasos son para hombres, no para niños ni mujeres, para hombres¡¡ que por algo este oficio se inició con los cargadores del puerto…

Y es que prefiero siempre recoger una cofradía a ponerla en la calle, esto es cuestión de gustos, pero para mi recoger una cofradía es algo muy especial que no cambio por nada y más recoger una cofradía como la de San Isidoro…

Simplemente maravillosa la recogía de esta cofradía, lo que viví entrando por la estrecha puerta de la parroquia, andando muy lentamente, con el sonido tan nítido de todos los elementos que componen el paso de la domus aurea, mientras todos los hermanos rezan entre la oscuridad del interior del templo es algo que viví por primera vez y que me hizo sentir el verdadero motivo de hacer estación de penitencia.

Esta cofradía es perfecta desde que pone su cruz de guía en la calle hasta que entra el paso de palio. No se le pueden poner peros a su estación de penitencia siendo de las pocas (si es que no es la única) que hace estación de penitencia a la catedral y vuelve a su templo siguiendo el recorrido más corto como mandan nuestros estatutos.

Mil gracias por haberme dejado vivir y disfrutar de un Viernes Santo de verdad, de un viernes santo austero y lleno de recogimiento por la muerte de cristo. El año que viene si Dios quiere volveré a vivir todos estos momentos porque mientras tenga fuerzas seguiré siendo uno de los “locos de la costanilla”.